Los fuegos artificiales que vemos hoy en día son muy diferentes de los que aparecieron por primera vez en Asia en el año 200 AEC. Fue un descubrimiento accidental al arrojar palos de bambú al fuego. Esa acción produjo un fuerte estallido.
Hacia 1600, se inventaron la pólvora y los cañones aéreos, lo que permitió que los fuegos artificiales se parecieran más a la imagen que tenemos de ellos hoy en día. Sin embargo, los fuegos artificiales no aparecerían en color hasta 200 años después, cuando los inventores italianos empezaron a añadir metales a la pólvora.1
Originalmente, los fuegos artificiales se utilizaban como forma de protección para ahuyentar a los malos espíritus y, con el paso del tiempo y al evolucionar la complejidad de las iluminaciones, estos empezaron a utilizarse como entretenimiento. Esto sigue siendo tradición hoy en día, en todo el mundo, para celebrar diversas festividades como el Día de la Independencia en los EE. UU., Diwali y el Festival de Fuegos Artificiales de Sumidagawa.
A medida que los fuegos artificiales empezaron a utilizarse con más frecuencia, la gente empezó a desaprobar las grandes cantidades de humo que enturbiaban el aire y empezaron a presionar a los ingenieros para que inventaran una solución más respetuosa con el medio ambiente.
Normalmente, los fuegos artificiales obtienen su luz, color y sonido al colocar ciertas sustancias químicas en un tubo de pólvora con un detonador de acción rápida. Cuando se enciende el detonador, la pólvora explota creando una acumulación de presión hasta que el proyectil sale disparado hacia el cielo. Tras un corto retraso, los fuegos artificiales explotan creando fragmentos brillantes de estrellas y fuertes estruendos que muchos de nosotros asociamos con las celebraciones veraniegas.2
En 1994, Disney, el mayor consumidor de fuegos artificiales del mundo, sustituyó la pólvora por un proceso de lanzamiento más seguro, eficaz y respetuoso con el medio ambiente que utiliza gas comprimido.3
El mecanismo de lanzamiento patentado utiliza aire comprimido para lanzar rápidamente los fuegos artificiales desde el tubo de lanzamiento. El uso de aire comprimido ayuda a reducir el costo del transporte de los fuegos artificiales, ya que son menos explosivos sin pólvora. Este proceso de lanzamiento también reduce al mínimo los restos que caen al suelo. Sólo las partículas ligeras e inertes vuelven del cielo, prácticamente eliminando los riesgos de seguridad e incendio y minimizando el impacto medioambiental.4
En 2004, Disney siguió innovando y patentó un lanzador sin humo que utiliza aire comprimido. No sólo es mejor para el medio ambiente, sino que permite controlar mejor la trayectoria y la altura de los fuegos artificiales.5
Las innovaciones pirotécnicas de Disney y del aire comprimido en 2004 ayudaron a reducir el uso de materiales explosivos por casi 30,000 libras (13608 kilogramos) en comparación con el año anterior.6
Los compresores de aire han revolucionado el mundo de los fuegos artificiales, llevándolos a nuevas alturas. Como unos héroes anónimos que crean magia en el cielo nocturno, los compresores de aire lanzan los fuegos artificiales a mayor altura, con mayor precisión y complejidad.
Con la tecnología evolucionando más rápido que nunca, la relación entre los fuegos artificiales y los compresores sigue siendo importante y está marcando el comienzo de una nueva era de pirotecnia más ecológica.
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